"DISCURSO DEL
PRESIDENTE MEJÍA"
Ex Presidente Hipólito Mejía
Pueblo dominicano:
A pocos días de la
juramentación del nuevo gobierno, me dirijo al país para reiterar el
compromiso, que anunciamos el 22 de mayo, de que trabajaremos junto al pueblo
para hacer realidad sus aspiraciones por mejores condiciones de vida y por el
rescate y fortalecimiento de las instituciones democráticas de la nación.
En ocasión de
finalizar el mandato del actual gobierno y el ascenso al poder de un nuevo
presidente, fruto de un proceso electoral altamente cuestionable, le hablo al
país, en nombre de más de dos millones de dominicanos y dominicanas, que
votaron a favor de nosotros y de las propuestas que hicimos a nombre del
Partido Revolucionario Dominicano y los partidos aliados.
Permítanme
expresarles una vez más mi gratitud a las mujeres, hombres y jóvenes, dentro y
fuera del país, que desafiaron la feroz campaña de mentiras y diatribas
financiada con recursos del Estado y respaldaron con entusiasmo y valentía la
esperanza de cambio que representaba nuestra candidatura.
El gobierno que
termina deja a nuestra sociedad sumida en un profundo deterioro económico, moral
e institucional, producto del ejercicio irresponsable del presidente Leonel
Fernández y de la complicidad con que permitió que la corrupción infectara
todos los niveles de su gobierno.
Nunca antes en la
vida democrática de nuestra nación, un gobierno había sido tan descarado en el
uso de los recursos públicos, para el beneficio particular de funcionarios y
dirigentes del partido gobernante.
Tampoco ningún
gobierno había mantenido la masiva y costosa campaña mediática, que durante
estos ocho años ha sostenido Leonel Fernández, tratando de vender la imagen de
un presidente que trabaja a favor del bien común.
Se ha pretendido
convencer al pueblo de que su legado lo convierte en un Mesías, que busca
perpetuarse en la dirección del Estado como garante de la tierra prometida.
Pero la herencia
que Leonel Fernández deja al país, es muy distinta al paraíso que dibuja la
engañosa y delirante maquinaria de propaganda que le acompaña y que ha costado
a la sociedad más de 48 mil millones de pesos durante los 8 años de gobierno peledeista.
Lo cierto y
doloroso es que durante el gobierno que finaliza, no se ha resuelto ni un solo
de los problemas estructurales de nuestro país, a pesar de ser el gobierno que
más recursos económicos ha manejado en toda la historia de la República.
Al contrario, una
buena parte de esos problemas se han agudizado y podrían agravarse si
permitimos que el país continúe el rumbo que lleva.
A Leonel Fernández
le faltó voluntad política para aplicar el 4% del PIB a la Educación y permitió
que la enseñanza pública cayera a uno de los tres últimos lugares en el mundo,
según el informe del Foro Económico Mundial del 2011.
El desempleo fue
otro de los renglones que aumentó durante el gobierno que concluye, lo que se
tradujo en un mayor nivel de pobreza para el pueblo dominicano. Sólo en las
zonas francas textiles se perdieron más de 90 mil empleos.
Según afirma el
Foro Económico Mundial la competitividad del país cayó del lugar 64 al 110 de
un total de 142 países evaluados.
Esto ha repercutido
en el estancamiento de nuestras exportaciones y en el aumento desmesurado de
las importaciones, que ya sobrepasan los 18 mil millones de dólares.
Como señalan los
empresarios, el fracaso del gobierno en el manejo del sistema eléctrico es una
de las principales causas de la baja competitividad de los sectores
productivos.
El gobierno del PLD
deja una deuda con los generadores superior a los 800 millones de dólares y una
carga al Estado que supera los mil millones de dólares anuales de subsidio,
aunque la tarifa fue aumentada en más de un 33 porciento.
Ahora los apagones
son más frecuentes e interminables y los dominicanos pagamos la energía
eléctrica más cara de la región.
El endeudamiento
público, que alcanza niveles verdaderamente alarmantes, también es parte
fundamental del legado funesto que nos deja Leonel Fernández.
Su gobierno deja una
deuda pública superior a los 25 mil millones de dólares, equivalente a la
astronómica suma de 980 mil millones de pesos, monto que representa más de dos
veces el presupuesto anual de la Nación.
Ese monto es tres
veces la deuda acumulada por el país desde su fundación en 1844, hasta el año
2004.
Lo peor de todo, es
que esos recursos no fueron invertidos en la educación ni en la infraestructura
productiva del país, sino que fueron usados para financiar los caprichos del
Presidente de la República, sin tener en cuenta las necesidades de la gente y
sus comunidades.
Una parte
sustancial de esos recursos ha ido a parar a los bolsillos de muchos de los
funcionarios del gobierno y dirigentes del PLD, como se demostró con el caso de
los 130 millones de dólares del préstamo con la Sun Land, sin que nadie haya
sido sometido a la acción de la justicia.
Indigna saber que
el pueblo tendrá que pagar esas deudas.
Con justa razón, la
organización Transparencia Internacional sitúa a la República Dominicana como
uno de los tres países más corruptos del mundo. Ese también es un legado, pero
un legado funesto de Leonel Fernández.
Donde el Presidente
Fernández deja su estampa más triste, es en la creciente e irritante
desigualdad social que padece la sociedad dominicana.
Es un hecho
comprobado y a la vista de todos, que la desigualdad y la exclusión social, se
han agudizado en estos últimos ocho años.
En efecto, en el
2011 el 20% más rico de la población concentraba el 56% del ingreso nacional,
mientras que el 20% más pobre apenas recibía el 4%.
La periodista de
investigación, Minerva Isa, en una publicación reciente señala que en nuestro
país sólo el 6% de la población disfruta de un bienestar económico similar al
de los países desarrollados, mientras el resto de la población vive en
condiciones de precariedad similar a las de los países más pobres del
hemisferio.
También, la
prestigiosa Corporación Latino Barómetro indica que el 34% de la juventud
dominicana ni estudia ni trabaja, cuando este mismo parámetro es de 15% en
Sudamérica.
La situación que
evidencian estos indicadores pone de manifiesto la obligación ineludible del
próximo gobierno de enfrentar con políticas públicas acertadas, el drama de la
desigualdad que constituye una amenaza para la paz social.
El estado de inseguridad
que se vive en todo el país es otra de las calamidades que nos deja el
Presidente Leonel Fernández.
Esto lo comprueba
el informe del Foro Económico Mundial que califica a República Dominicana como
el país de América Latina que ha experimentado el mayor aumento en el crimen y
la inseguridad ciudadana.
La quiebra del
sector agropecuario es otro de los mayores fracasos que deja como herencia el
gobierno saliente.
La falta de
atención a la agricultura y el abandono de la asistencia técnica y el
financiamiento al pequeño productor, ha convertido al campo dominicano en el
escenario de mayor pobreza del país.
El gobierno de
Leonel Fernández quebró a los productores agropecuarios a quienes les adeuda la
suma de 6 mil 617 millones de pesos.
Sólo a los
arroceros, les adeuda mil 250 millones de pesos por concepto de
pignoración.
La producción de
pollo, leche y cerdo está expuesta a un peligroso descalabro, debido a la
irresponsable importación de estos bienes, permitida y estimulada por la
administración saliente, así como por la falta de una política de apoyo a la
siembra de granos para la industria pecuaria.
El Presidente
Leonel Fernández prefirió favorecer a un pequeño grupo de privilegiados, a
quienes las importaciones les generan colosales comisiones, sin importarle que
las mismas destruyan el aparato productivo nacional.
Esta realidad se
evidencia en el hecho de que en el año 2004 la importación de alimentos fue de
460 millones de dólares, mientras esas mismas importaciones aumentaron a mil
200 millones de dólares en el 2011, para un incremento de 257 porciento.
La privatización de
las empresas públicas constituye otra herencia dolorosa de las administraciones
del Partido de la Liberación Dominicana.
Este proceso ha
significado la pérdida de miles de empleos, el abandono de importantes recursos
productivos generadores de riquezas y el creciente impacto fiscal, como ha
sucedido con el sector eléctrico.
Sólo con la
destrucción de la industria azucarera estatal, el país perdió más de 50 mil
empleos directos y 150 mil indirectos. Esto ha sumido en la pobreza a amplios segmentos poblacionales que
dependían de la industria cañera.
En el plano
institucional, la huella de Leonel Fernández no puede ser más siniestra.
En efecto, la
concentración de todos los poderes públicos que se ha agenciado el Presidente
de la República, es una verdadera amenaza al equilibrio y al control que
requiere el buen funcionamiento de una genuina democracia política y social,
única garantía del ejercicio plural de los derechos y deberes ciudadanos.
Hoy, las
instituciones del sistema judicial son más débiles porque están sujetas a la
voluntad del Poder Ejecutivo. Hoy, no podemos hablar de un verdadero Estado
Social de Derecho.
Es penoso ver cómo
la mayoría de los responsables de aplicar la Constitución, los códigos y las
leyes, las interpretan de acuerdo a las instrucciones y conveniencia de aquel a
quien consideran su dueño.
La degradación
política promovida por Leonel Fernández mediante el uso de los fondos públicos,
para comprar conciencias, voluntades y votos, es parte de la triste herencia
que nos deja el gobierno que termina.
Es un
hecho documentado que el gobierno del PLD, con el silencio cómplice de la Junta
Central Electoral, utilizó más de 60 mil millones de pesos de los fondos
públicos, en el proceso electoral recién pasado, para financiar toda clase de
abusos y componendas, para impedir que la voluntad del pueblo se hiciera
realidad en las urnas.
Los señalamientos
anteriores evidencian que el país tiene retos tan cruciales, que para el
gobierno enfrentarlos con éxito necesita, más que nunca, de la concertación con
las diferentes fuerzas políticas, económicas y sociales.
Una concertación
basada en el respeto a la vida interna de las organizaciones, y un compromiso a
partir de una agenda que contemple la solución de los principales problemas de
la nación.
Quiero expresarle
con toda claridad al presidente Danilo Medina que la actitud que asumiremos
frente a su gobierno, dependerá más que de las palabras, de los hechos
de su gestión.
Estamos
conscientes que el país no resiste que el nuevo gobierno continúe la carrera
irresponsable de gastos extravagantes, propios de las administraciones del PLD.
Es
tiempo de austeridad. Y voy a decirlo bien claro: nosotros no apoyaremos ninguna
reforma tributaria que perjudique a la población, ni a los sectores
productivos.
Nos mantendremos
vigilantes para impedir que sea el pueblo quien pague el desastre financiero
creado por el gobierno saliente, que en lo que va de año acumuló un
déficit fiscal de 78 mil 270 millones de
pesos.
Nuestros
economistas proyectan que para finales de diciembre, este déficit se situará en
118 mil millones de pesos, lo que tendrá graves consecuencias para las familias
dominicanas.
El contacto directo
que tuvimos con los sectores nacionales, en busca de la Presidencia de la
República, lo retomaremos a partir de los próximos días para trabajar junto a
la sociedad organizada, y procurar que el gobierno cumpla con su deber de
solucionar los problemas que afectan a la mayoría del pueblo.
Seremos
porta-estandarte de las demandas de la sociedad. Allí donde la gente lucha y se
esfuerza por mejores condiciones de vida, allí estaremos presentes.
El deber de cada
perredeista, es trabajar para que el Partido Revolucionario Dominicano siga siendo
la voz fuerte, democrática y comprometida con la libertad, la justicia social y
el fortalecimiento de las instituciones.
Los hombres y
mujeres que amamos nuestro Partido no permitiremos que la voz del PRD sea
silenciada, como buscan aquellos que pretenden sembrar la desesperanza y
desmoralizar a nuestra organización para ponerla al servicio de particulares
intereses.
Ningún perredeista
debe prestarse a hacer negocios con la política y mucho menos a hacerle el
juego al gobierno.
Somos conscientes,
que sólo el trabajo, el apego a los principios, la disciplina y el respeto a
los méritos de los compañeros y compañeras, garantizan la unidad y la fuerza
que se necesita para alcanzar el poder, y desde el poder construir la
democracia social y establecer en el país un verdadero Estado Social de
Derecho.
Los perredeistas
tenemos que fortalecer los organismos de nuestro Partido y abrir la
organización a todas las personas interesadas en participar en política.
En el
PRD no debe haber lugar para el autoritarismo, ni para el irrespeto a los
estatutos.
Con ese espíritu,
debemos encaminarnos desde ya, hacia la convención del año próximo, como mandan
nuestros Estatutos.
Este será el mejor
tributo que podemos rendir a la memoria de nuestro líder de siempre José Francisco
Peña Gómez.
La construcción de
una verdadera democracia, es aún una tarea pendiente en nuestra sociedad, a la
cual quiero referirme.
En las elecciones
pasadas, el gobierno cometió graves y serias irregularidades que demuestran la
fragilidad de nuestro sistema político.
En ese proceso se
vulneró el derecho fundamental de elegir y ser elegido en condiciones de
igualdad.
Nuestra sociedad no
puede permitir que se repitan en unas elecciones el abuso de poder, la compra
de conciencias, la violación de los derechos ciudadanos, la participación
activa de militares, policías y miembros del Ministerio Público, que todos
vimos el pasado 20 de mayo.
Estamos decididos a
impulsar acciones y políticas públicas que fortalezcan el ejercicio democrático
y contribuyan a erradicar, de una vez y por siempre, esas malas prácticas.
Consecuentemente,
invitamos a los partidos políticos, a los movimientos sociales, a la sociedad
civil y a los ciudadanos independientes, a trabajar juntos por la aprobación de
una Ley Electoral, así como una Ley de Partidos Políticos y una Ley de
Garantías Electorales que sean fruto de la concertación.
Presidente Danilo
Medina, tenemos un compromiso con el país, por lo que siempre estaremos
dispuestos a ofrecerle nuestro concurso en aquellas acciones dirigidas a
beneficiar a las grandes mayorías.
En ese sentido, el
país espera que a partir del 16 de agosto su gobierno impulse, entre otras, las siguientes
acciones:
Honrar el
compromiso del 4% a la Educación, que firmamos bajo los auspicios de la Sociedad
Civil.
Apoyar los sectores
productivos, especialmente el sector agropecuario, el industrial, el turístico, las micro, pequeña
y mediana empresas, la metalmecánica, la minería y las exportaciones.
Ejecutar políticas
que promuevan la generación de empleos, especialmente, para los jóvenes y las
mujeres, así como la reducción del alto costo de la vida.
Sanear y consolidar
el Sistema Dominicano de Seguridad Social para que ninguna persona carezca de
la justa protección del Estado.
Perseguir y
castigar de manera eficiente la delincuencia, el narcotráfico y la corrupción.
Garantizar la
seguridad ciudadana.
Enfrentar el grave
problema de la energía eléctrica.
Distribuir
equitativamente la inversión pública con criterios regionales y sectoriales.
Y, promover la
aprobación de las leyes Electoral, de Partidos Políticos y de Garantías
Electorales.
Pueblo dominicano,
estoy convencido que para superar los grandes desafíos de nuestra sociedad, es
imperativo que el nuevo gobierno sea capaz de dar ejemplo de trabajo,
austeridad, transparencia y comedimiento en la conducción de los asuntos
públicos.
Pido a Dios
Todopoderoso que ilumine y bendiga a nuestro pueblo.
Muchas gracias.
Ing. Hipólito Mejía