martes, 18 de septiembre de 2012

NO VOY A MORIRME, MENOS AHORA


Dra. Milagros Ortíz Bosch


La democracia necesita  demócratas.  Cuando al margen de sus normas se establece una dirección desconocedora de las reglas del sistema,  se termina  por lesionar su esencia.
Lesiona su esencia quien  busca la consagración de su liderazgo al margen  de los ciudadanos que cree representar.  Con el Pacto de la Corbatas Azules  vulneró Miguel Vargas   su  normal proceso  de   crecimiento   al aceptar  ser  designado líder del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) por el líder del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
  En ese acuerdo  se aceptaron las posibilidades de retorno al poder,  de  hora y después, de aquellos que el proceso iba descartando. Se presentó como buena la reelección que nunca quiso José Francisco Peña Gómez. Y ahora, en esta oportunidad, dos millones doscientos mil ciudadanos dijeron donde querían que estuviera el Presidente del PRD. 
Era  tal la satisfacción por la  consagración de liderazgo que recibió,  que el país quedó enredado en una Reforma Constitucional  que haría posible el control de los poderes públicos al Presidente del bautizo y retrotraer  los Poderes judicial y electoral  a  etapas superadas en la  crisis de 1994.
De repente el PRD de la democracia, de las batallas por el voto secreto y de colores, el que devolvió a los cuarteles a los militares, el que consagró la libertad de las ideas,  el que  facilitó  los balances del Poder, en la coquetería del azul de las corbatas, validó el retroceso del derecho a elegir en libertad y convertir en mayoría la oportunidad de votar para vencer el clientelismo y el uso inadecuado de los fondos públicos.   Quien facilitó esos hechos, o no dimensionó sus consecuencias, o no genera confianza para cambiar el rumbo de nuestra democracia.
En la euforia de las corbatas, organizó  Miguel Vargas las dos Convenciones   con más  desconocimientos de  resultados que el Partido Revolucionario Dominicano haya realizado en su historia, sin olvidar que dispuso la sustitución de Tirso Mejía Ricart como  su organizador y Hugo Tolentino se vio obligado a renunciar a su presidencia,   fue lógico, que  conociendo la historia del PRD, por encima de la dirección, se hiciera mayoría  la candidatura de Hipólito Mejía.  El PRD siempre le ha importado la democracia.  Es su esencia.
Lo que vendría después, muy dentro de “hacer lo que nunca se hizo” lo realizó Miguel Vargas Maldonado.   Enseñó el voto que es igual que anularlo por violación a la Ley electoral.  La cobertura quedó al descubierto.
Todos los que hemos conocido la importancia de subirnos a patanas y participar en caravanas recordamos a Peña Gómez moribundo, entregado a un proceso cuyo triunfo sabía  no disfrutaría, pero lo hacía en  beneficio de la República Dominicana, del Partido Revolucionario Dominicano  y de la gente del pueblo (sus bases).  No fue nunca el resentimiento  sino servir a la sociedad partiendo  del respeto  a la voluntad ciudadana. Por experiencia, sé que sólo cinco minutos necesita la aceptación de la derrota.
El conocimiento superficial de la democracia es lo que le lleva Miguel Vargas a obviar la convocatoria de los organismos ¿cuántos conocemos? - Al dirigir sin escuchar los organismos se olvida que el delegatario debe convocarlos porque  los reglamentos demandan y requieren esa validación.
Alguien podrá ilusionarse con  las oportunidades de participación que puede crear el Plebiscito y la Consulta, y yo les replico que mientras se mantenga el control de los poderes públicos centralizados y las leyes que lo reglamentan  estén esperando por la acción del Congreso,  el Plebiscito y la Consulta son  artículos ilusiones.  Estamos obligados a actuar nosotros, a defender el derecho a elegir en libertad, sin complicidades, solo que para lograrle hay compañías que crean dudas y las que requerimos no aceptan confusiones.
Al hacer  comparación  del  accionar  de Miguel Vargas  con la conducta de José Francisco Peña Gómez se fortalece mi decisión de ahora. Recuerdo su valentía para recrear el Partido Revolucionario Dominicano.
La edad no me hace irresponsable,  ni mucho menos me resta  capacidad de juicio. Dramático  para mi  vida sería morir desdiciendo lo que he sido.  Los que aprendieron mi nombre pero nunca me conocieron, no deben preocuparse por mí, no lo hicieron cuando tuve a punto de ser expulsada junto a Emmanuel Esquea por el delito de conducir con seriedad la pasada Convención, ni mucho menos cuando “el de la corbata azul” quiso prohibir mi participación en la presentación de esos resultados.    El país, mi familia, mis conciudadanos y mis compañeros saben que nuestra  conducta siempre estará abrazada a principios y a la honestidad,  jamás en el  miedo a un juicio histórico que hace tiempo dejó de interesar a  quienes hoy lo invocan.