sábado, 1 de marzo de 2014

¿Es que no se entiende?

ATISBANDO

¿Es que no se entiende?

Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro
La invasión pacífica por una frontera es imposible de contener. Esa porosidad comienza con el contrabando auspiciado y practicado por políticos, militares, policías, aduaneros, personal de Migración y, por supuesto, civiles enllavados de ambos lados. Ninguna frontera es impermeable, toda frontera  tiene resquicios por donde se cuelan desde un alfiler hasta un camión, los ejemplos sobran.

Las pequeñas mariposas nocturnas buscan la luz, acuden donde hay, como buscan los hombres una mejor condición de vida aunque tengan que cruzar las más encrespadas olas en busca de libertad, trabajo, educación, bienestar.
Agradezco, sobremanera, el trato  brindado a mi tía Gloria Piñeyro viuda Peguero en los Estados Unidos donde llegó, llevada por mis primas y, ya anciana, el gobierno norteamericano o de la ciudad o el Estado, no importa, enviaba diariamente una asistente que la cuidaba hasta que las muchachas  regresaban del trabajo.
Por supuesto, eso no era gratuito, mantener laborando a las personas en edad de trabajar era y será siempre más rentable que el pago de una asistente que asista a los viejitos para que puedan ser atendidos como se debe.
Ese modelo de asistencia social es propio de una sociedad cuidadosamente planificada para sacar el máximo provecho del capital invertido en la industria, en la agropecuaria, en el comercio, en la educación y un larguísimo etcétera.
Es un modo de boroneo para que los que mandan puedan tener más éxito, es una forma de equilibrio propio de la sociedad de la abundancia que se da el lujo de exhibir una forma de justicia en la distribución de la riqueza, es algo que se puede ejercer cuando hay  para repartir, que no es el caso dominicano.
Ni los haitianos ni nosotros tenemos la culpa de haber nacido en una isla dividida en dos porciones irreconciliables, dígase lo que se diga. Esta isla tiene limitaciones de toda índole y poblaciones cultural e históricamente disímiles.
A la invasión pacífica de nadie sabe cuántos cientos de miles de jóvenes, que sospechosamente “viven” de vender chucherías y se mantienen fuertes y alertas, tenemos el bombardeo de algunos de dentro, de una parte de la opinión pública internacional más agresiva y de gobiernos poderosos que empujan a los haitianos a que crucen la frontera a como dé lugar,
Mucha gente ha sido permeada por la campaña que, como candelita de basurero que nunca se apaga porque siempre hay desechos, que como una gotera que cae en una piedra, nos hace sentir culpables de la suerte de los haitianos.
El filósofo español Pepín Corripio, comentaba en una conversación en presencia de mi Miriam que era dueño de lo que no había regalado
No tenemos para los nuestros y menos para repartir ¿es que no se entiende?


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Bonaparte Gautreaux P.

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