RECORDATORIO A PROPOSITO DE LA CRISIS ACTUAL DEL PRD
"El PRD necesita con urgencia una solución a su crisis
pero sin premiar el chantaje de los que amenazan con la división ni caer en
repartos indecorosos".
Escrito por: JUAN BOLÍVAR DÍAZ
Publicado
el 2 Abril 2011.– A
cuatro semanas de la elección de Hipólito Mejía como candidato presidencial del
Partido Revolucionario Dominicano (PRD) su presidente Miguel Vargas Maldonado y
sus seguidores son los únicos en el país que lo desconocen, colocando a esa
organización entre el chantaje y la división.
El
excandidato presidencial del 2008 pretende negociar desde una posición de
fuerza, prolongando irracionalmente una crisis que lo aniquila políticamente,
socava las potencialidades del perredeísmo y alienta las aventuras
inconstitucionales de quienes pretenden la reelección del presidente Leonel
Fernández.
Ya
no es simple pataleo.
A casi un mes de la elección de su candidato presidencial el PRD fue colocado
al borde de la división cuando los partidarios del presidente del partido,
Miguel Vargas Maldonado, destituyeron y luego expulsaron sumariamente al
presidente de la Comisión Nacional Organizadora (CNO) de la convención,
Enmanuel Esquea Guerrero y cerraron sus oficinas en la casa nacional de
los perredeístas. Las desconsideraciones alcanzaron a los demás comisionados,
al punto que Hugo Tolentino tuvo que reclamar enérgicamente su derecho a
ingresar al local del partido. Luego optaron por reunirse en las oficinas
privadas de Esquea para evitar que estallara la violencia.
Cuatro
semanas no han sido suficientes para que Vargas y sus más fieles adherentes se
convenzan de que perdieron la votación del 6 de marzo, algo que fue documentado
por el cómputo y la CNO, y reconocido por prácticamente todos los medios de
comunicación, incluyendo la totalidad de los diarios. Casi a unanimidad los
editoriales de los periódicos y los articulistas y analistas han ponderado el
orden y entusiasmo en que transcurrió la elección primaria, dando crédito a sus
organizadores.
Los
impugnadores han arrojado sombras sobre la generalidad de los integrantes de la
CNO pero han concentrado sus dardos en Esquea Guerrero, aunque el reconocido
jurista ha tenido pleno respaldo de la mayoría de los comisionados, que se han
hecho co-responsables de las decisiones, especialmente los independientes
Milagros Ortiz Bosch, Hugo Tolentino, Ivelisse Prats y Quico Tabar, todos
con tan amplio crédito moral y ético, que muchos piensan que si ellos no pueden
ser árbitros, deben cerrar ese partido. También han tenido el respaldo de
otros tres vinculados a la candidatura de Mejía, en tanto los cuatro de Vargas
han apoyado las impugnaciones.
Posición
de fuerza. El mismo
miércoles cuando las tensiones alcanzaron su mayor nivel, se produjo el primer
encuentro entre comisionados de los dos sectores en conflicto convocados por el
presidente de la Internacional Socialista para América Latina Martín Torrijos.
Se esperaba la asistencia de Vargas y Mejía, pero el primero no concurrió, por
lo que el expresidente se retiró. El jueves volvieron a reunirse bajo la
mediación del abogado Nelson Espinal Báez, hijo del fallecido senador
perredeísta (1963) y Procurador General (1983-86) Américo Espinal Hued, quien
es egresado de la Universidad de Harvard y del Instituto Tecnológico de
Massachusetts y experto en solución de conflictos.
Por
lo que ha trascendido, el sector de Vargas es consciente de que no hay solución
sin reconocer el triunfo de Mejía, pero negociando desde una posición de
fuerza, casi chantajeando con la amenaza de división y con demandas
insostenibles como que el expresidente acepte que votaron cientos de miles de
peledeístas y reformistas, lo que ilegitimaría su candidatura.
Una
aspiración sin precedente en el mundo democrático es que proclamen desde ya a
Vargas como candidato presidencial para el 2016. También es difícil que le
otorguen la candidatura vicepresidencial, dado que ya Mejía la pactó con Luis
Abinader. Más viable es la participación en el gobierno en la proporción
obtenida en la votación, lo que figuró en el “pacto de honor” que antecedió la
votación del 6 de marzo, y que les garanticen mantener el dominio de la
estructura del partido hasta el 2016, que también estarían reclamando, según un
panfleto que circula en Internet.
El
sector de Vargas cuenta a su favor con el control de los cargos
ejecutivos del partido, los locales y recursos y con la premisa de que Mejía es
el más interesado en un acuerdo. Pero un reparto de hipotéticos puestos
gubernamentales y un premio al arrebato antidemocrático, restarían
crédito al PRD en los sectores pensantes de la sociedad, donde ya hay disgusto
por la prolongación de la garata mientras la nación afronta la crisis institucional
desatada con la inconstitucional aprobación de las leyes orgánicas y la amenaza
de una improcedente repostulación del presidente Fernández.
Una
caterva de errores de Vargas Maldonado. Una división del PRD sin contar con la menor
legitimidad en la opinión pública sepultaría definitivamente la carrera
política de Vargas Maldonado y sería la culminación de la caterva de errores
tácticos y estratégicos en que ha incurrido al pretender que podía manejar ese
partido como una empresa que había adquirido más por su fortuna económica que
por carisma.
Su
imagen se ha desfigurado desde que la noche de la votación se hizo proclamar
ganador en base a una supuesta encuesta a boca de urna para alegar que le
habían hecho fraude al día siguiente cuando le comunicaron el cómputo oficial.
Pretendió que no publicaran los resultados de la elección mientras él mismo se
proclamaba ganador, y desde entonces se le ve como un resentido, en
contraste con sus habilidades empresariales.
Vargas
ha tenido un pésimo asesoramiento político desde que como candidato
presidencial en el 2008 trató de ocular los símbolos del PRD. Tras su derrota
se lanzó a buscar la presidencia del partido, aunque tuviera que modificar sus
estatutos que prohibían ser presidente y candidato a la vez, ignorando que
desde su fundación en 1939 ese partido ha tenido una pluralidad de dirigentes y
que ni sus dos grandes líderes, Juan Bosch y Francisco Peña Gómez,
reunieron esas dos condiciones a la vez. Tampoco los presidentes Antonio
Guzmán, Salvador Jorge Blanco e Hipólito Mejía. Y es una de las razones por las
que tiene casi 72 años.
Rodeado
de dirigentes que no tenían mucha empatía con las bases se empeñó en
proclamar un “nuevo PRD”, donde un recién salido secretario general reformista
se convirtió en su vocero. Aunque es una persona formal y cortés, el exitoso
empresario es percibido como distante por los sectores populares.
Se
creyó tan dueño del partido que antes de presidirlo y sin consultar sus
organismos, pactó con el presidente Fernández para aprobarle su
Constitución, sin reparar en que prolongaba la carrera política del mandatario
y habilitaba a Hipólito Mejía para que ahora le ganara la candidatura
presidencial. Lo único que ha podido reivindicar como beneficio del pacto es
que cambió el nunca jamás de la doble postulación presidencial por la
prohibición de la reelección consecutiva, y hasta eso ahora está en peligro.
Desligó el PRD de las luchas populares y de las denuncias de corrupción, pero
no pudo conseguir que le cumplieran el compromiso de aprobar una ley de
partidos que mejoraría la competencia democrática.
Cuando
le confirieron la presidencia del partido por consenso, tomó parte activa en la
elección del secretario general y secretario de organización, confrontando a
aspirantes que tenían arraigo en el “viejo PRD”, en vez de ser un ente
arbitral, papel que tuvo que asumir la Junta Central Electoral. Y cuando hubo
que escoger candidatos para la elección congresual y municipal, violentó el
procedimiento democrático en la mayoría de los cargos para legisladores y
síndicos, en beneficio de sus propios cuadros, dejando un reguero de
inconformidad y un aguacero de impugnaciones ante las JCE. Fue simbólico que
intentaran despojar a Hugo Tolentino de una candidatura a diputado después de
cerrado el plazo de inscripción, para complacer a un acólito.
El
último grave error fue subestimar al expresidentes Hipólito Mejía, auspiciando
una campaña de ataques personales y a su gestión gubernamental, como si él
mismo no hubiese sido el ministro que más recursos manejó desde la secretaría
de Obras Públicas durante los cuatro años de ese gobierno.-
No
convencen a nadie
El
problema de Vargas Maldonado es que sus argumentos no han logrado convencer a
nadie más allá de sus más fieles seguidores, y aún entre éstos ha habido
deserciones tan notables como la del jefe nacional de su campaña Alfredo
Pacheco, y el jefe de la misma en el Cibao Mario Torres y muchos otros, y no
faltan quienes mantienen un silencio forzado por la lealtad.
La
objeción fundamental de que entre 200 y 400 mil peledeístas y reformistas
habrían votado por Mejía ha resultado imposible de demostrar. Los escasos 1,924
votos observados, y el que no hubiese habido una sola impugnación en los 3 mil
641 centros de votación desacreditan las objeciones.
El
hecho de que se desmantelara la antigua Junta Central Electoral, sin que se
constituyera el nuevo Tribunal Superior Electoral deja al PRD sin una instancia
arbitral externa, lo que alienta la prolongación del conflicto y las
posibilidades de división.
Por
de pronto los observadores estiman que el PRD desperdició el éxito obtenido en
la jornada de votación y que su descrédito aumenta con cada día que se
prolongue la crisis, aunque se pondera la serenidad y sensatez con que Hipólito
Mejía ha asumido el conflicto, interesado en preservar la unidad partidaria,
fundamental para su éxito en los comicios presidenciales.
El
último grave error fue subestimar al expresidente Hipólito Mejía, auspiciando
una campaña de ataques personales y a su gestión gubernamental, como si él
mismo no hubiese sido el ministro que más recursos manejó desde la secretaría
de Obras Públicas.