Por Yvelisse Prats Ramírez De Pérez
Secretaria Nacional de Educacion y Doctrina del PRD
Tenía escrito para esta semana un buen
artículo, un En Plural que comentaba el Plan Nacional de Alfabetización y mi
participación en este proyecto que reverbera mis pasiones políticas, educativas
y ciudadanas.
Pero milito en un partido, he dedicado
más de la mitad de la vida a luchar por la democracia, que reposa sobre un
sistema de partidos que no puede resquebrajarse.
De ahí que doy un manotazo a las hojas
escritas, reposadas y mansas, y escribo contra reloj unos pocos caracteres,
como dice Martí: “Con sangre de las venas y del alma”.
En medio de una reunión que analiza, en
el fi lo de una navaja amenazante para el destino de nuestro sistema de
partidos, y que puede lesionar el crédito de uno de los Poderes del Estado, el
Judicial, ya bastante cuestionado, llamo no solo a los perredeístas sino a la
ciudadanía consciente, a las organizaciones civiles, a los que, viejos y
jóvenes, hombres y mujeres han aprendido a vivir en una democracia, aunque sea
precaria.
El hecho nos confronta, nos desafía, a mí
me indigna y me duele. Tres altos dirigentes del PRD, el Presidente en
funciones, el Secretario General y la Secretaría de Organización y un
expresidente de la República van a ser juzgados por una Comisión que hacen
espuria e ilegítimo su origen y parte de sus miembros.
¿De cuáles faltas se les acusa?
Paradójicamente, absurdamente como en el “proceso” de Frank Kafka, “el pecado”,
que cometieron los tres primeros, fue ser leales y apoyar al candidato del PRD;
o sea, para decirlo en plata, no traicionar, no acompañar en la traición a
otros.
En la reunión en la que escribo, escucho
la dignidad y valentía, con que los sometidos ¡ay Dios! exponen su decisión de
asistir al pervertido juicio, a preguntar de que se les acusa, para develar la
infamia, y defenderse acusando. Porque la traición y la complicidad con el
adversario político, en unas elecciones, sí son condenables.
Pero el honor del Legionario es el honor
de la Legión. La historia que estos compañeros dirigentes van a defender, sus
perfi les diáfanos, no es una historia personal.
Son, legal y legítimamente elegidos,
nuestros dirigentes; han sido y son militantes fi rmes, han participado en la
construcción de nuestro devenir como partido. Por eso, sus historias no son
solo suyas, pertenecen a la historia gloriosa del Partido Revolucionario
Dominicano.
Por eso, este caso, este juicio a la
inversa, esta bárbara acción, atañe, agrede, compete a todos los perredeístas y
más allá de la curva, al destino del país, que pierde si perdemos el Partido,
el único recurso político que puede encabezar la oposición que requiere el
equilibrio que garantiza la gobernabilidad.
Llamo a las bases del partido a que se
manifi esten. Todavía hay tiempo de rescatar la sigla, el jacho, los
principios, la historia, y un futuro en el que los jóvenes puedan creer.
Acompañaremos a los compañeros Andrés
Bautista, Orlando Jorge Mera, Geanilda Vásquez e Hipólito Mejía, movilizando el
poder humano de la base en la línea de masas con la que Peña Gómez dio siempre
respuesta a los confl ictos partidarios.
Lo he pedido en varias ocasiones desde
hace tiempo. Ahora en nombre de Peña Gómez, lo reclamo. Mis 52 años de
militancia en el PRD me permiten exigir a cualquiera que no se atrevan a robar
mi identidad.
Amo a mi PRD. No pueden quitármelo, sobre
todo porque la mayoría en este país lo ama también, y espera de nosotros, los
verdaderos dirigentes, la señal de salida para organizarse en su defensa. Como
lo hizo Duarte, cuando fundó La Trinitaria.
La Comisión Política, los organismos
sanos del PRD, deben convocarse y ellos decidirán el destino de un PRD que es
propiedad de la militancia, es primer término, y también de un pueblo que
tercamente se niega a perder lo que representa el PRD, la esperanza.