Bonaparte
Gautreaux Piñeyro, el autor
El
Partido Revolucionario Dominicano está, como siempre, en la mira del fusil
especial para francotiradores con el cual tantos disparos han realizado contra
su existencia.
El
Partido Revolucionario Dominicano esta, nuevamente, en la encrucijada en la que
lo puso Juan Bosch cuando, colérico e intolerante, violó la voluntad de la
Convención Nacional e impidió que Buenaventura Sánchez Feliz fuera candidato
vicepresidencial en 1962.
El
Partido Revolucionario Dominicano repitió la situación de exclusión cuando Juan
Bosch dictó un nuevo ukase para negarse a aceptar que lo acompañara como candidatura vicepresidencial su compadre, compañero de infancia y
compañero del exilio, Virgilio Mainardi Reina, en 1966, ocasión en la que fue
electo para la posición Silvestre Antonio Guzmán Fernández.
El
Partido Revolucionario Dominicano, desde el principio, ha sido un campo en el
cual se dirimen ideas en muy escasas
ocasiones.
El
Partido Revolucionario Dominicano, reconocido y
aplaudido como el partido de la esperanza nacional, sufre hoy una crisis
de proporciones muy delicadas.
Ante
esta situación vale la pena recordar el origen de las contradicciones que nos
han traído hasta hoy.
Luego
de una intensa campaña interna por la nominación presidencial del Partido
Revolucionario Dominicano para las elecciones del 2012, Hipólito Mejía ganó la
candidatura.
Lógico
era esperar que todas las fuerzas, todos los miembros dirigentes y militantes
de la organización, trabajaran unidos para obtener el triunfo en las elecciones
nacionales.
Tras
ser derrotado en la campaña interna por la candidatura presidencial, Vargas
asumió una actitud inexplicable, inentendible.
Resuenan
en mi memoria las palabras claras, firmes, determinantes de José Francisco Peña
Gómez, cuando sentenció: “sólo el PRD, derrota al PRD”.
Un partido político mayoritario, tiene como fin
inmediato llegar al poder para producir los cambios que propone para beneficio
del país, para ello necesita actuar en una sola dirección en procura de lograr
el triunfo electoral.
Si
el grupo de personas que conforma el partido no quiere llegar al poder, que
forme un club social para bailar y tomar tragos, hacer algún deporte y perder
el tiempo.
Para
ganar el poder se necesita claridad de propósitos, metas claras, mucho trabajo
bien coordinado, ejecución impecable de la estrategia y la táctica, disciplina
y unidad.
Lo
que está en juego, en esta crisis, provocada por el mantenimiento de
inexplicadas posiciones de intolerancia, es la vida de la democracia, en la
cual los partidos independientes y contestatarios son el sustento del sistema.
Al
gobierno le interesa que el PRD sea visto como una organización donde el
desorden y la anarquía sean una práctica que permita pensar que gobernaría en
medio de un caos.
¿Acaso
hay ciegos y sordos en el PRD que desconocen que el enemigo trabaja para desaparecer el partido más popular de la
historia dominicana?