miércoles, 14 de noviembre de 2012

¡AH, LA PALABRA!


Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro

Es cierto, la palabra debe ser un instrumento para decir la verdad pero…
Leonel Fernández habló antenoche en un discurso donde uso cualquier tipo de recurso histriónico, para intentar convencer a la nación de que su gobierno fue un modelo de respeto a la institucionalidad, a las leyes y un fiel ejecutor de una política de desarrollo que dista mucho de ser lo que él dijo.
Con la osadía propia de quien no se respeta, el expresidente jugó con cifras de países del continente donde los impuestos son mayores que los que se cobran en la República Dominicana.

Lo que no dijo el ex mandatario fue que en ninguno de los países citados hay cuestionamientos tan graves sobre el uso de los fondos públicos  y tan fáciles de comprobar como en nuestro país.
Por ejemplo, Fernández habló de Brasil pero soslayó referirse al hecho de que uno de los más cercanos asesores del presidente Lula Da Silva, fue condenado por la comisión de actos de corrupción.
En cambio, Fernández lo que ha hecho es apañar a los maleantes que lo acompañaron en su gobierno, que se convirtieron en millonarios de la noche a la mañana.,
No importa cómo se acotejen los números de la inversión pública en su  gobierno, por cualquier lugar del saco sale el mal olor de la corrupción.
Usted puede jugar con los números, presentar cubicaciones alteradas, facturas fabricadas para la ocasión, contratos leonelinos que justifiquen lo injustificable y todo parezca legal.
Sin embargo, no se refirió Leonel Fernández a la calidad de muchas de las obras construidas en sus gobiernos, como, por ejemplo, elevados construidos en Santo Domingo en los cuales la acumulación de las aguas, con cualquier aguacero, demuestra que hubo dolo en la construcción de los mismos.
Es muy fácil hablar cuando no se tiene quien argumente a contrario, por eso este tipo se despacha con una cara de yo no fui,” yo no sé nada, yo llegue ahora mismo, si algo pasó yo no estaba aquí”.
Pues usted sí estaba y usted es el conductor de una orquesta de maleantes apandillados bajo su dirección para desfalcar el país con un plan meticulosamente ejecutado.
Como parte de la ejecución de esa partitura maldita está el uso de fondos públicos para quedarse con y en el poder, a fin de que no se ejerciera la persecución judicial en contra de usted y de los integrantes de la pandilla.
Esa gavilla ideada, creada y fomentada por usted y su grupo organizó el asalto a los Poderes Legislativo y Judicial, para tener cubierta la espalda ante cualquier justa demanda.
Lástima que la persecución judicial perime a los diez años.