Por Bonaparte Gautreaux Piñeyro
Es cierto, la palabra debe ser un
instrumento para decir la verdad pero…
Leonel Fernández habló antenoche en un
discurso donde uso cualquier tipo de recurso histriónico, para intentar
convencer a la nación de que su gobierno fue un modelo de respeto a la
institucionalidad, a las leyes y un fiel ejecutor de una política de desarrollo
que dista mucho de ser lo que él dijo.
Con la osadía propia de quien no se
respeta, el expresidente jugó con cifras de países del continente donde los
impuestos son mayores que los que se cobran en la República Dominicana.
Lo que no dijo el ex mandatario fue que
en ninguno de los países citados hay cuestionamientos tan graves sobre el uso
de los fondos públicos y
tan fáciles de comprobar como en nuestro país.
Por ejemplo, Fernández habló de Brasil
pero soslayó referirse al hecho de que uno de los más cercanos asesores del
presidente Lula Da Silva, fue condenado por la comisión de actos de corrupción.
En cambio, Fernández lo que ha hecho es
apañar a los maleantes que lo acompañaron en su gobierno, que se convirtieron
en millonarios de la noche a la mañana.,
No importa cómo se acotejen los números
de la inversión pública en su gobierno,
por cualquier lugar del saco sale el mal olor de la corrupción.
Usted puede jugar con los números,
presentar cubicaciones alteradas, facturas fabricadas para la ocasión,
contratos leonelinos que justifiquen lo injustificable y todo parezca legal.
Sin embargo, no se refirió Leonel
Fernández a la calidad de muchas de las obras construidas en sus gobiernos,
como, por ejemplo, elevados construidos en Santo Domingo en los cuales la
acumulación de las aguas, con cualquier aguacero, demuestra que hubo dolo en la
construcción de los mismos.
Es muy fácil hablar cuando no se tiene
quien argumente a contrario, por eso este tipo se despacha con una cara de yo
no fui,” yo no sé nada, yo llegue ahora mismo, si algo pasó yo no estaba aquí”.
Pues usted sí estaba y usted es el
conductor de una orquesta de maleantes apandillados bajo su dirección para
desfalcar el país con un plan meticulosamente ejecutado.
Como parte de la ejecución de esa
partitura maldita está el uso de fondos públicos para quedarse con y en el
poder, a fin de que no se ejerciera la persecución judicial en contra de usted
y de los integrantes de la pandilla.
Esa gavilla ideada, creada y fomentada
por usted y su grupo organizó el asalto a los Poderes Legislativo y Judicial,
para tener cubierta la espalda ante cualquier justa demanda.
Lástima que la persecución judicial
perime a los diez años.