"El
otro gallego guarda silencio mientras observa algunas de las facturas y le dice
al compañero: No digas nada, mejor dejemos esa vaina como está".
Juan Taveras Hernández, El Autor.
Cuenta Danilo Medina que dos gallegos encontraron
un maletín creyendo que dentro había una fortuna. Presurosos lo abrieron y
se encontraron con la triste realidad: en su interior solo había facturas por
pagar.
¿Y ahora que haremos? Pregunta uno de los dos.
Y el compañero le responde: Pagarlas, pero
lentamente. El cuento, sin la gracia ni el talento de Juan Bosch, provocó
grandes conjeturas, incluyendo la mía.
El maletín es el Estado.
El primer gallego es Danilo Medina.
El segundo gallego se multiplica y reproduce
masivamente entre quienes pensaron que les había llegado su turno al bate en la
tarea de acumular capital desde el gobierno como lo hicieron sus compañeros
de partido.
Cuando los gallegos llegaron al Palacio, como niños
pobres en casa de ricos, la encontraron vacía. No hallaron riqueza, solo
deudas. La herencia dejada por el difunto era maldita. Solo dejó problemas.
Los gallegos lucharon incansablemente por encontrar
el maletín. Lo buscaron afanosamente. Al verlo se creyeron ricos y poderosos.
¡Eureka! Gritaron. Pero grande fue su sorpresa cuando descubrieron que lejos de
hallar riquezas encontraron pobreza. No eran más ricos. Eran más pobres, pues
tenían que pagar todas las deudas encontradas.
En principio los gallegos pensaron hacer un escándalo
público, someter a la justicia y llevar a la cárcel a los responsables de
tantas deudas. Muchas de las facturas no tenían soporte ético ni legal. Los
compromisos económicos se hicieron para beneficio de algunos funcionarios. La
indignación no podía ser mayor.
La deuda en dólares superaba los 25 mil millones de
dólares. La deuda con los generadores de electricidad llegaba a los mil
millones de dólares. El déficit fiscal llegó a los 120 mil millones de pesos.
La nómina pública que no llegaba a 300 mil personas, ahora sobrepasaba las 600
mil, con nominas y nominillas, cofres y cofrecitos, botellas y botellones.
El maletín era un salami. (Una mierda) Igual que el
país.
Los gallegos siguieron buscando en el maletín. Las
facturas por pagar caían al piso como piedras. La indignación y la rabia subían
de tono.
Un gallego le dice al otro: ¡Tenemos que actuar
drásticamente contra los responsables de este desastre! ¡Mira lo que nos han
dejado, deudas, muchas deudas! ¡Nos jodimos! ¿Y ahora?
El otro gallego guarda silencio mientras observa
algunas de las facturas y le dice al compañero: No digas nada, mejor dejemos
esa vaina como esta.
-No me digas eso, ¿por qué debo dejarlo así? ¿Por qué
no enviar a la cárcel a los que me dejaron un maletín lleno de facturas por
pagar? ¿No ves que lo único que me han dejado es problemas?
- por una razón muy simple, dijo: Muchas de esas facturas
son tuyas.
-¿Cómo que son mías?
-Si, son tuyas. Recuerda que se gastaron cerca de 70
mil millones de pesos durante la campaña electoral para que
tú llegaras a la Presidencia de la República. Sin esas deudas, sin esas
facturas tú no habrías llegado al poder. ¡Es por eso que el maletín también es
tuyo!
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